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Entrevistas

Álvaro Prieto: No propongo soluciones ni respuestas, propongo dudas.

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-¿Quién es Prieto? PRIETO es, en términos simples y didácticos, el ex-vocalista de Los Miserables. A través de esa banda me hice conocido y esa es la referencia para los músicos y para la gente en general. En Los Miserables estuve cantando y componiendo, bajo el apodo de Tribi, durante casi tres anos. Luego salí­ del grupo y ahora vuelvo con mi nombre real, «el que me dio mi madre y las leyes chilenas».

Durante mi permanencia en la banda participé activamente en la grabación de los discos Cambian Los Payasos, pero el circo sigue (Alerce) y Miserables (Warner), además de un par de compilados. En Cambian los Payasos me tocó componer harto, mucho más de lo que yo esperaba. De entre los temas que yo compuse, el más conocido es NN, que es una canción que todaví­a siento muy mí­a y que incluso toco en vivo. De hecho es mi canción preferida. Del disco Miserables son mí­as más letras que temas completos, aunque hice 3 ó 4. El más reconocible de mi autorí­a, en música y letra, es Progreso.

NN y Progreso son las referencias más directas que alguien puede encontrar para saber qué es lo que hací­a en Los Miserables.

Desde tu salida de Los Miserables han pasado más de siete años»

Luego de salir de la banda quise estar un tiempo sin proyectos, por lo menos un par de meses, pero esto llegó a varios anos. Para mí­ Los Miserables no fueron sólo una profesión u oficio, sino algo muy importante, algo que marcó mi vida en general. Antes de empezar cualquier nuevo desafí­o necesitaba un momento de paréntesis o de vací­o, de manera que los próximos pasos que diera fueran firmes y no en base al pasado, que sin duda me iba a marcar. No me interesaba usar mi trabajo en Los Miserables como referencia.

Lo único que hice, al menos al principio, fue tener una vida tranquila fuera de Santiago. Estuve viviendo en un pueblo chico, con poca actividad y que me permití­a estar solo. Yo soy santiaguino de tomo y lomo y nunca habí­a conocido despertar con pájaros en vez de alarmas o tirarme piqueros en el rí­o en vez de pagar por la piscina. Al final me acostumbré y le agarré el gusto a la vida sedentaria y silenciosa, es decir me fui con los hippies «tuve un amor y también mucho más», pero lo que me marcó, el factor común de todos esos años, fue reconocerme con un ser independiente del resto. Viví­ un profundo proceso que me permitió escarbar y descubrir cosas inexploradas dentro de mí­, lo que fue productivo, enriquecedor y también muy creativo.

En todo ese tiempo no dejé de componer ni de estar vinculado a la música. Como consecuencia acumulé un montón de composiciones, canciones y arreglos que en un momento determinado me fue imposible contener y evitar que fueran escuchadas. Ésto me llevó a volver.

Actualmente estoy tranquilo con lo que puedo decir y con lo que puedo mostrar. Estoy cantando lo que me gusta y no lo que la corriente obliga. Estoy lejos de los movimientos musicales y de los circuitos artí­sticos. Estoy parado en mis propios pies.

Musicalmente hablando, cuando tú participaste en Los Miserables, aportaste otros ritmos, melodí­as y letras que ellos no habí­an abordado hasta ese momento. -¿El actual proyecto recoge algunos elementos de ahí­?

Recojo elementos, pero los recojo tan naturalmente que no sé cuales son. Todas las canciones que están en mi nuevo proyecto no fueron creadas originalmente para «un proyecto», fueron creadas en el momento en que yo estaba. Me daban ganas de componer una canción, se me vení­a una idea a la cabeza o tení­a la guitarra y se me vení­a una melodí­a. Fueron creadas así­, sin saber en qué iban a terminar. A pesar de ello, hay una coherencia entre lo que hice con Los Miserables y lo que estoy haciendo ahora, porque soy el mismo y reconozco elementos esenciales y elementos decorativos que aporté a la banda. El principal elemento que genera un puente entre ambos proyectos, a pesar de los años, es el rock. Lo más valioso que lograron y que aún logran generar Los Miserables en términos de empatí­a y calidad musical es el rock and roll y mi disco es básicamente de rock and roll.

Cuando se dio a entender que mi ingreso a Los Miserables produjo una investigación musical y una ampliación de los limites de composición era verdad por un lado, pero por otro lado no era tan real, porque Los Miserables, independiente de mí­ ya querí­an investigar con nuevos ritmos. Era un fenómeno que se estaba dando en ese tiempo, bastante contemporáneo y mediático. Yo partí­ de mis conocimientos y mi intuición. Mi intuición más que mis conocimientos, pues yo conocí­a muy poco de música.

-¿Qué influencias podemos encontrar en tu disco?

La música, yo la puedo familiarizar con el oí­do, después de escucharla, pero no al componer, pues no siento influencias, salvo inconcientes. Para mi disco no compuse como en Los Miserables, con quienes componí­a con referencias directas. Ahora ya no existen marcos, sólo compongo no más. Si hay alguna familiaridad es con los solistas. Mi disco tiene mucho de solista, tanto musical como lí­ricamente. Yo creo que los solistas tienen recursos distintos a las bandas. No mejores ni peores, sino distintos.

Los Miserables es algo concreto, una banda con un objetivo, una banda que ha manifestado permanentemente posturas sociales, polí­ticas e ideológicas. Sin duda, yo me alejé de eso. Y no me alejé, porque haya cambiado tanto de posición o porque ahora esté en otro bando, como a lo mejor alguien lo va a querer interpretar, me alejé porque me interesaron otras temáticas, porque me dí­ cuenta que yo también era parte de muchas cosas de las que criticaba en Los Miserables. Me dio algo de temor pensar que mi rebeldí­a fuera parte del sistema. El sistema necesita rebeldes adentro, de hecho «la moda punk»lo confirma. Yo me sentí­ jugando un juego que ellos me habí­an impuesto. Eso no quiere decir que los que siguen generando acciones o movimientos revolucionarios o rebeldes necesariamente tengan que ser así­.

Ese análisis está lí­ricamente en mis temas. Es un cuestionamiento personal frente a la sociedad, de cómo uno se enfrenta al todo que nos propusieron y qué hacemos para no sentirnos tan fácilmente cómplices. En un sistema como éste, el hilo que separa al culpable de la ví­ctima es demasiado delgado.

También me pregunto sobre la muerte como una voz permanente que nos recuerda susurrante que nos puede hacer acabar de repente. Es una consejera que determina en que momento es bueno hacer lo que estamos haciendo o en que momento es intrascendente. Si yo sé que me voy a morir mañana o en unos meses, me pregunto qué es lo que estoy haciendo ahora. Preguntarme con ese mecanismo hace que mi accioón sea más sólida, más esencial y más sustancial ante el apuro que me pueda plantear la muerte.

Otro asunto por el que me he interesado es la emoción positiva, la búsqueda de las buenas relaciones, la busqueda de la paz interior y de la paz exterior, que finalmente son la misma, la búsqueda de eso que llaman amor, como una alternativa a lo habitual, a lo que nos ha llevado a la forma de vida en que estamos encapsulados, como una alternativa a no ser tan cómplice. Es decir, si al que está proponiendo el odio en el sistema yo lo odio, él está ganando. Entonces, -¿qué alternativa tenemos? Muchas religiones y filosofí­as nos hablan de amor, muchas canciones nos hablan de amor. Frente a ello, yo investigo qué hay de verdad en esa palabra amor, qué hay de sentimiento puro, cuánto hay de esencial, cuánto hay de «toyo», cuánto hay de moda. Todo éso está en el disco.

También hay preguntas con respecto al YO. -¿Cómo me planteo ante las cosas que decí­a antes? Pero no como PRIETO, sino como individuo. Puede que mi objetivo sea que muchos sientan que ese YO del disco son ellos. Soy YO, pero en el fondo es Tíš. Ése es el marco general. Hay un poco de ironí­a, porque tengo una visión bastante desconfiada de los movimientos polí­ticos, sociales y religiosos. Creo que a veces en las buenas intenciones se esconden más problemas que soluciones. Y a pesar de que desconfí­o de la buena voluntad de muchas personas, creo que a estas alturas de la historia de la humanidad está comprobado que nada ha llevado a solucionar los problemas. No es que yo proponga una solución, yo propongo una duda. Yo no propongo respuestas, yo planteo que seamos mas crí­ticos con nosotros mismos. Un ejemplo auto-referente y didáctico es que: si yo soy punk y me junto en la misma esquina todos los dí­as, con la misma pinta y con los mismos amigos, porque le tenemos mala a ésos de este otro lado, en el fondo, estoy reproduciendo actitudes facistas más que solucionarlas y más que irrumpir con ideas revolucionarias.

Lo mismo las religiones, sean orientales o alternativas. Lo que hacen es proponernos lo que nos propusieron las religiones que conocí­amos, pero a partir de esteéticas distintas. Creo que las soluciones no van por el lado de los formatos. Ése cuestionamiento es el que me hago y trato de plantearlo en las canciones. El formato, la forma, la palabra no son una solución. Ningún discurso es solución. Lo importante son las preguntas, no las respuestas.

Una parte de ese proceso lo relacioné posteriormente con la filosofí­a Zen que conocí­ gracias, o mejor dicho , por culpa de ciertos libros. Decidí­ usar esta dicotomí­a zen/rock como plataforma estética del disco, pero mi proceso fue único, innombrable, personal e intransferible.

En tu rol de solista, -¿cómo es la relación con tus músicos?

Tuve la suerte de tener los músicos que siempre quise tener. Gracias a Alerce y a como se fueron dando las cosas, coincidimos y tuve esta oportunidad. Hubo una sincronia mágica que lo hizo posible. Estoy tocando como solista con banda, más que con músicos de sesión.

Hasta el momento, mi banda está formada por Álvaro Recabarren en baterí­a, quien actualmente se desempeña como baterista de Santo Barrio y tecladista de Maria Beat. Es un musico de excepción. En el bajo está Iván Nuñez, bajista y vocalista de Santo Barrio y guitarrista de Marí­a Beat, con quién además de la percepción que tenemos de la música nos une una gran amistad.

El guitarrista es Patricio Silva, guitarra de Los Miserables. Con él generé una buena relación humana, aparte de tener siempre una muy buena relación musical. Yo era ignorante musicalmente cuando llegué a Los Miserables y de no ser por la sincroní­a y por el olfato que tení­amos con el Pato, muchos temas no hubieran visto la luz. Temas que a mí­ me gustan mucho, como NN, fueron producto de que él sabí­a captar la esencia de este «no musico»que tení­a inquietudes musicales. Éso se lo agradecí­ siempre. El Pato es uno de los guitarristas que más me gusta como tocan en el Rock Chileno. A lo mejor no es el más virtuoso, pero tiene una relacioón con la guitarra envidiable.

El otro músico es Joselo Flores quien estos momentos vive fuera de Santiago. Es un comodí­n musical, pues toca muchos instrumentos y tenemos una relación de complicidad musical. Incluso grabamos un disco durante los años en que yo no estuve activo. Una serie de rarezas, un disco muy negro, muy plano, pero muy lleno de carisma también. Querí­amos hacerlo, porque a esas canciones les teniamos cariño, aunque sabiamos que nunca las ibamos a insertar en un disco de nosotros. Joselo es el tecladista.

Yo también toqué un poco de guitarra y teclado.

En sí­ntesis, con todos me une algún proyecto musical y una amistad. No me gustarí­a verme situado en la posición de tener que contratar a músicos de sesión, personas con las que no tenga ningún tipo de relación. Tampoco me interesa estar de amigo tres meses y luego tocar 20 años con gente a la que voy a odiar como en Ramones o Police. Mientras me sienta con energí­a para hacer las cosas tal como quiero, lo voy a hacer. Si puedo hacer que la música sea una experiencia global que cubra todos mis aspectos, lo voy a hacer.

Cuántos temas trae el disco y que puedes decir del resultado?

El disco nuevo es un disco bastante tradicional, son un poco más de 40 minutos distribuidos en 13 canciones. Son canciones de 3 a 4 minutos, principalmente rock. Yo las asocio con la música que siempre escuché en la radio cuando era chico. Dejé brotar la influencia que se habí­a ido metiendo por mis poros, más que entregarme a una parada estética o ideológica.

Al componer en el marco donde viví­, en la montaña, en silecio, tuve la oportunidad de estar mucho tiempo sin escuchar radio, entonces brotó lo que habí­a quedado en el inconciente. Y eso tan inconciente que a veces podrí­a parecer experimental es bastante simple: son canciones de rock, principalmente rock and roll y con algunas variaciones de pop y de folklore. Siento que es un disco cerrado, con un planteamiento que parte con la primera canción y termina con la última. A pesar de que tiene muchos estilos musicales, basados en el rock, hay un circulo, una burbuja que contiene todo.

Tengo una relación con el rock muy importante. A mí­ no me interesa ser rockero, pero si tuviera que definirme en esta suerte de indefinición que propongo, en términos concretos y objetivos me gusta el rock y me siento un rockero. No agresivo ni bueno pa»™l copete ni con minas en el camarí­n, pero siento que el rock implica una rebeldí­a permanente desde que uno se levanta. No una rebeldí­a que uno va a mostrar a la plaza o va a mostrar con la polera que se pone. Creo que el «yo no me voy a vender ni cagando» tiene mucho que ver con eso. Suelo ver fans del rock duro y del metal con su personal al lado de los celulares que venden o carpetas de la empresa de seguros y a pesar de que considero digno cualquier trabajo, no considero coherente que estos super rockeros critiquen a los que jugamos con elementos distintos acusándonos de mamones o blanditos, si al fin y al cabo los blanditos en términos esenciales son ellos.

Conozco poperos más rockeros que los más rockeros. Creo que el «no me vendo», el «yo creo en lo que hago» y el «los sueños pueden ser realidad» tienen mucho de rock.

Arte Gráfico

Generalmente, cuando defino los conceptos artí­sticos parto de algo invisible, parto de algo que yo no puedo ni quiero plantearme, que yo no voy a poder explicarle a nadie. Por eso hago música y no hablo de ello. Si yo quisiera hacer un discurso me dedicarí­a a hablar. Si hago música es porque es más fácil entenderme y darme a entender, es más fácil conocerme haciendo arte. Además estudié pintura. Tengo una relación con el arte visual a pesar de que fui más conocido como músico, como vocalista de Los Miserables. Entonces no me cuesta. Para mí­ es coherente plantearme las soluciones plásticas del disco, estéticas y gráficas. El arte del disco hace una simbiosis entre mi preocupación por la trascendencia amalgamada con la estética rockera, con la estética con la que hemos crecido todos los rockeros. En la estética juego con la bipolaridad, con la dualidad del rockero profundo que a la vez se plantea temas implanteables en un formato super reconocible.

-¿Quién debiera sentirse interpelado por este disco de PRIETO?

No me he preocupado del asunto. Estos temas ni siquiera fueron hechos para un disco, entonces no me plateé el tema. Mi principal objetivo fue que quedaran bien grabados y gracias al sello y al profesionalismo y calidad de los ingenieros de sonido, éso es una realidad.

Respecto a quien debiera gustarle, yo creo que a cualquier persona, joven en el amplio sentido de la palabra, pasando de generaciones concretas. No tengo un grupo especí­fico al que me interese llegar. No tengo una tribu. Es más, creo que las tribus están sobrando. Creo que tanta tribu urbana le hace mal a una generación, le hace mal a una sociedad que debiera estar mirándose a los ojos en vez de estar mirándose la ropa y juzgándose por el color del pelo, por si los pantalones le llegan abajo de la raja o por si los usa pegados a la pierna. En base a éso me gustarí­a o creo que podria llegar a escucharlo cualquiera. Ojalá alguien apague Mekano para escuchar mi disco. Esa serí­a una bonita experiencia. Pero no es algo que me preocupe.

Palabras finales

Creo que estamos acostumbrados a hacernos preguntas y a estar disconformes con uno, con el resto y con la sociedad en términos abstractos y teóricos, pero llevar esa disconformidad al diario vivir y preguntarnos cómo podemos dejar de reproducir este sistema que nos apesta en nuestro diario vivir, creo que ésa es LA pregunta. Sin esa pregunta no vamos a cambiar nada. Hacerse esa pregunta es esencial para relacionarnos mejor, para ser felices y para poder cumplir nuestros sueños.

Estas inquietudes están en mi disco y no las voy a poder explicar de otra forma que no sea a través del arte y de la música. No hay un camino a seguir, no hay un diccionario que pueda explicar este tipo de inquietudes. Para mí­ es esencial que la gran duda nos lleve a decir con mayúsculas: ES POSIBLE.

Por Claudio Gutiérrez | Foto: Cristian Matta

Productor en Nueva Santiago. Docente en Instituto Profesional ARCOS. Investigador musical en series de tv "Cassette, Historia de la música chilena" y "Chile en llamas". Gestor de proyectos musicales.

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