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Dolbie, Truman y Los Humbolt

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La noche cayó sobre Santiago, frí­a y húmeda. Dos buses de Transantiago pasaron raudos, burlándose de todos aquellos que esperábamos hace ya algún rato en el paradero. Me siento a esperar. Suena el celular, y al otro lado de la lí­nea mi acompañante-kamikaze de esta noche se excusa por no poder asistir. La comodidad de su chimenea eléctrica y algún patético programa en televisión abierta pudieron más, en su caso, que tres interesantes propuestas de bandas nacionales.

Es jueves. El Barrio Suecia luce desierto. Se parece a un set de western italiano, abandonado y sombrí­o. Venir a este concierto me devuelve a comienzos de los «90. En aquel entonces fui invitado por Giovanni Quezada, bajista del grupo Séptimo Sello, a un concierto en las ruinas de San Clemente en San Bernardo. Al igual que ahora, ese concierto fue previo a un programa radial que estaba a punto de producir. En dicha oportunidad, tocó Séptimo Sello, una innovadora banda de los «˜90 que estaba entre The Smiths y Bauhaus y que mantení­a cierta reputación en la escena musical subterránea de la época. Esa noche, hace casi 18 años atrás, se presentó también el dúo Duele, grupo que recibió toda la furia de un público que sólo querí­a eternizar la actuación de la tercera banda del cartel: Los Miserables, debutantes invitados, que paradójicamente son los únicos que continúan sin interrupciones hasta el dí­a de hoy su carrera en la música. Sin embargo, algunos ex integrantes de Duele y Séptimo Sello vuelven en versión recargada, con una nueva arremetida, 18 años después. Los primeros en formato de disco electrónico (Sokio, Columbia) y, los segundos, en formato Dolbie.

Dolbie, Truman, Los Humbolt. Club Mist. 9 de julio.

A este concierto me invita Carlos, ex guitarrista de Séptimo Sello y Mal Corazón, con quien resulta inevitable reflexionar sobre de las diferencias que existen entre la escena de comienzos de los «™90 y la actual. Antes era muy difí­cil acceder a artistas distintos de los que se tocaban en las radios comerciales. Amigos que viajaban, un par de programas radiales de trasnoche y un par tiendas de música daban cuenta de la alternativa de aquel entonces. Como dirí­an los gestores culturales de postgrado universitario «no habí­a audiencias», pues no habí­a acceso masivo a música de otro tipo. Afortunadamente ahora existe Internet. Toda la música del mundo está a sólo un par de clicks del mouse.

El Mist es un local que según me explica Carlos presenta un buen trato para las bandas: el ingreso de las entradas es para los grupos y el consumo de la noche, para el local. Parece razonable. A un costado está la barra y al otro las mesas. Al fondo el escenario. En general suena bien y se puede tener cercaní­a con las bandas.

Aunque la presentación estaba anunciada para las 22 horas, comienza finalmente un cuarto para las doce. Abre Truman, banda formada hace 7 años por Mauricio Riveros, el mismo que encabezó la revista IMI (Informativo Musical Independiente). Grata coincidencia, pues durante la semana habí­a estado releyendo algunos ejemplares que tengo de dicha publicación. Truman suena profundo, consistente. Riveros hace gala de sus voz tipo Héroes del Silencio. Muy abrigado en impecable negro, incluidos plumas y cuernos de diablo, Riveros navega por temas construidos para sacar partido a su voz. A veces los bajos retumban más de lo prudente, sin por ello quitarle mérito al bajista. Las guitarras rasantes completan la formación de una banda que suena afiatada, como una pared sónica que golpea los sentidos. Destacaron los temas Silencio, Testigo y En Reversa. Me llamó la atención que una banda de tan buena factura no tenga la presencia mediática que corresponderí­a.

Luego siguió Los Humboldt, una banda que no aparecí­a en el afiche, pero que sorprendió con su rockabilly desprolijo. El vocalista, dueño de una voz aguda, casi chillona, pero muy agradable de escuchar, derrochó entusiasmo y energí­a. Los temas, oportunamente anunciados por el vocalista, desfilaron raudos. Las Horas, Lluvia ícida con un solo de guitarra muy garage, Cementerio (lejos el mejor tema) y Las Máquinas, confeso hit radial nunca tocado en emisora alguna, entre otras. Muy buena sorpresa esta corriente frí­a que nos bañó con rock a la antigua. Hay que seguir viéndolos crecer.

Finalmente Dolbie. Canciones pop envueltas en un sonido de rock de «sanbeka». Si las bandas de Concepción suenan a The Kinks, las de San Bernardo suenan a grupos ingleses de lo «™80. «A dónde vas»es claramente el single de Dolbie, una canción desgarradora. El vocalista es un verdadero saltimbanqui que se pasea por el escenario extasiado en su interpretación. Carlos le da la personalidad sónica a la banda. Una verdadera mezcla entre Pimpinela y Bauhaus, con letras de amor decididamente orejas, acorazadas por un sonido brit pop del viejo. Falta pulir detalles como la uniformidad estética y compartir con el público momentos de disfrute interpretativo, pero considerando que se iniciaron como banda recién el año pasado, de Dolbie podemos esperar mucho más.

Todaví­a con mi cabeza llena de bajos, rockabilly y sonidos pop, vuelvo a atravesar lo que parece un decorado de poca monta de una pelí­cula antigua. A menos de una cuadra de Providencia, el único bus de Transantiago que me lleva a casa iba en camino. Ni pensar esperar el siguiente. Son casi las 3 de la mañana y el frí­o me obliga a buscar un taxi.

Por Claudio Gutiérrez | Fotos: Claudio Gutiérrez

Productor en Nueva Santiago. Docente en Instituto Profesional ARCOS. Investigador musical en series de tv "Cassette, Historia de la música chilena" y "Chile en llamas". Gestor de proyectos musicales.

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