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Productoras Musicales: Creatividad al servicio del sonido
Introducción
La producción musical es un oficio fundamental en la cadena de valor de la música, por cuanto contribuye creativamente al momento de construir esas canciones que van formando la carrera de los y las artistas chilenas, ayudando así a la conformación del panorama sonoro de nuestro país.
Sin embargo, a lo largo de los años los y las artistas han acaparado todos los reconocimientos, dejando fuera de protagonismo a un universo de profesionales fundamentales —compositores, técnicos, productoras— cuyo trabajo define el sonido que llega a los oídos del público, generando así una lamentable invisibilización. En Chile, esta situación se amplifica cuando se trata de mujeres y disidencias. Si bien a medida que avanzamos en esta década, las productoras musicales han comenzado a hacerse un poco más visibles, de igual manera siguen enfrentando barreras sistémicas que las excluyen del reconocimiento y los recursos necesarios para consolidar sus carreras.
Este reportaje documenta el rol esencial de estas profesionales, sus funciones en la cadena de valor musical y los desafíos que caracterizan su inserción en la industria, reflejado en las entrevistas realizadas a cinco productoras musicales: Dyuzz, Flowyn, La Peluquera, Alley, Junne Fuentes y Henak.
La Productora Musical y su rol Multifacético
Según las definiciones más contemporáneas, quien ejerce la producción musical es un profesional responsable de transformar un boceto musical en una grabación pulida y comercializable (que puede ir de un simple riff de guitarra o una melodía vocal a algo más elaborado). Supervisa las sesiones de grabación, pero es mucho más que eso: Es una arquitecta del sonido, una gestora del proceso creativo, una mediadora entre la visión artística y la realidad técnica.
Las funciones de una productora musical abarcan múltiples dimensiones: En primer lugar, la dirección artística, momento en el cual trabaja con el músico para definir su sonido y estilo, guiando decisiones sobre la identidad sonora del proyecto. En segundo lugar, la gestión del proceso creativo: coordina todas las etapas de la creación musical, desde la preproducción hasta la postproducción, asegurando que la visión del artista se cristalice en una obra coherente y de calidad.
La supervisión técnica constituye otro pilar fundamental. La productora maneja la calidad del audio, los equipos y el software de producción, tomando decisiones sobre arreglos, estructura y timbre de cada instrumento y voz. Finalmente, también tiene una labor de gestión de presupuesto y tiempos, pues es quien organiza el calendario de grabación y gestiona los recursos disponibles.
Esta multiplicidad de roles requiere tanto de capacidades técnicas como artísticas, además de características personales que les permitan manejar los procesos personales de los artistas, manejando sus ansiedades, frustraciones y permitiéndoles crecer en su propuesta musical.

Las Productoras en Chile: Identidades y Trayectorias
Como señala Junne Fuentes, productora musical y sonidista con cinco años de experiencia en la industria chilena: «el productor musical es una persona que toma la composición y la recompone. Es la persona que toma el material y acompaña hasta el momento en donde ya tiene existe una grabación, un material publicable».
La industria musical chilena cuenta con productoras que vienen de trayectorias diversas. Algunas iniciaron como intérpretes y progresivamente incursionaron en la producción; otras vinieron desde la composición o desde labores en el estudio técnico vinculado al sonido. Lo que todas comparten es una firme determinación de consolidarse en un campo históricamente dominado por hombres.
Dentro de la historia de las productoras musicales chilenas, hay un nombre que se repite y destaca como referente y precursora de lograr un posicionamiento y, por qué no decirlo, de un respeto a nivel de escena: Vicky Cordero. Nominada a mejor productora musical 2020 por los premios Pulsar, es una de las pocas mujeres que han logrado esa visibilidad. Más importante que esto, es que entre las productoras que hoy trabajan se reconoce que ha sido fundamental, no solo como referencia, sino también en varios casos como mentora de quienes han querido aprender este camino.
En lo que se refiere a la escena de productoras que se destacan en este momento, Junne Fuentes, originaria de San Antonio, representa a una generación que migró a Santiago en busca de crecimiento profesional. «En regiones lamentablemente no hay muchas oportunidades, eso sigue ocurriendo y es muy difícil conseguir trabajo o tener más diversidad de proyectos estando en región versus estar en Santiago. En Santiago hay muchas más oportunidades», relata. Junne ha sido autodidacta en el aprendizaje de manejo de sonido en vivo y producción musical, complementando esa autoinstrucción con cursos en instituciones como Balmaceda Artes Joven, entre otras. Misma experiencia ha tenido Dyuzz, guitarrista y productora musical del sur de Chile que ahora trabaja en Santiago, quien actualmente es parte de La Peluquería records y quien llegó desde el sur del país para desarrollar su carrera.
Henak, por su parte, es artista de música urbana y productora musical que actualmente forma parte del equipo del sello Casa Robot, y que comparte espacio con un equipo de productores en dicha iniciativa. Su trayectoria comienza en Barcelona, donde a temprana edad descubrió el hip hop, movimiento que se transformó en la plataforma perfecta para unir su pasión por la música con su amor por escribir letras. Tras estudiar escritura creativa en Estados Unidos y trasladarse a Chile, decidió dedicarse al 100% a la música. «Cuando llegué a Chile empecé a trabajar con productores musicales de aquí y ellos se dieron cuenta de que yo también producía, por lo que me dijeron ‘podrías empezar también a producir para otros, porque es muy entretenido, lo haces bien’».
Flowyn, cantante, compositora y productora musical, comenzó su carrera desde muy joven. Aprendió producción musical de manera autodidacta, «copiando, mirando, pidiendo consejos y que me enseñaran». Su motivación para especializarse en producción surgió de una necesidad de buscar una autonomía creativa, también traspasada por ciertas malas experiencias al trabajar con productores: «cambié el switch y dije ‘voy a aprenderme, voy a meterme de lleno en esto de la producción musical, porque no quiero tener que necesitar a alguien que tenga poder sobre mí’».
Por otro lado, La Peluquera (Francisca Herrera) a medida que fue avanzando en su trabajo. consideró necesario fundar un sello, siendo así como nace la Peluquería Records «un espacio pensado por y para mujeres y disidencias, personas de la comunidad LGBT». Su visión surge de la observación de que «mucho de lo que uno escucha pasa por la gran edición de los estudios de grabación, de los productores musicales, de los ingenieros de mezcla, que les dan una estética en particular y que también deciden o definen de alguna manera si la canción al final va o no, entonces hay y había muchas decisiones que pasaban por ahí, las que en general eran tomadas como por hombres heteros».

Invisibilidad, Precariedad y Sesgo de Género
La realidad de las productoras musicales en Chile está atravesada por barreras estructurales que van más allá de lo individual. Un estudio realizado por investigadores de la Pontificia Universidad Católica evidencia que «el campo musical chileno constituye un medio donde prevalecen criterios androcéntricos y se reproducen significativas inequidades de género». Las cifras son contundentes: en 2019, sólo el 6% de los estudiantes de sonido y acústica eran mujeres y en producción musical apenas alcanzaba el 11%.
Estas brechas educativas se reflejan posteriormente en la profesión: Un estudio de la organización ROMMDA (2020) reveló que solo el 13% de quienes fueron encuestados son socias o dueñas de una empresa cultural, un 29% no recibe sueldo o recibe el monto mínimo y un 70% indicó haber sido discriminada por ser mujer. Una manifestación clara de esta discriminación es el sesgo de género en la credibilidad del trabajo. Henak describe cómo los productores hombres frecuentemente asumen que ella sabe menos de lo que realmente sabe: «Cuando uno habla con productores hombres, muchas veces ellos dan por sentado que tú no sabes tanto como ellos, o que no sabes nada. Y de hecho quedan sorprendidos cuando les mencionas un par de cosas básicas».
Flowyn ha experimentado algo aún más grave: la violencia de género en los espacios de trabajo. «Existe todavía el uso de poder en ese sentido, como de alguien que tiene tu trabajo y que tú dependes 100% de esa persona, porque si quiere aprieta un botón y te borra todo lo que tienes, todo tu trabajo. Entonces eso lo usaban y lo usan todavía». Más alarmante aún, relata experiencias de insinuaciones fuera del ámbito profesional: «estos varones con los que tuve mala experiencia, lo que querían al final conseguir era algo ligado a lo sexual. Lo único que ven de repente es eso, y no lo otro que es lo realmente importante, que es el talento y la capacidad de composición».
La invisibilización también se manifiesta en la falta de reconocimiento formal del trabajo. Como señala Junne Fuentes: «Creo que no está tan incorporado tal vez como una figura clara. Especialmente dentro de los créditos, podemos encontrarlo como algo difuso, en donde no queda claro qué es lo que se espera quizás de un productor y al mismo tiempo tampoco se le da el reconocimiento».
La precariedad económica es otra barrera transversal. Alley, cantautora, productora musical y docente, describe cómo comenzó con recursos extremadamente limitados: «en un principio no tenía nada, pues tenía solamente una radio y unos audífonos de celular. Y con eso lancé, de hecho, con eso mezclé, hice toda la producción de mi primer single». Aunque logró avanzar, la realidad es que el acceso a mejor infraestructura es una constante pues en sus palabras «el equipamiento es caro».
La Peluquera identifica un problema estructural que afecta particularmente a los sellos liderados por mujeres y disidencias: «Para ser sello tienes que ser empresa. Y para ser empresa hay muchas dificultades. Tienes que saber de temas tributarios, hay muchos costos asociados, de base tienes que saber de administración, etc.». Además, ella cuestiona el marco regulatorio, pues considera que «las empresas culturales chicas no deberían pagar impuestos, pues a final las empresas chicas de cultura vivimos de los fondos del Estado en su mayoría».

Lo colectivo como espacio de resistencia
Frente a estas barreras, las productoras musicales chilenas están desarrollando estrategias de resistencia y transformación. La apuesta por lo colectivo se ha convertido en una respuesta política y práctica.
Flowyn y la Peluquera, junto a otras productoras, crearon la Asociación de Productoras Musicales Chilenas (AMP), un colectivo de «personas femeninas, lesbianas, intersexuales, non binarias, trans y agénero». El objetivo es explícito: «visibilizar el trabajo nuestro, para empezar a armar nuestra propia trinchera, porque al final no es como ‘oye, véanos a nosotras y no a ellos’, sino que nosotros armarnos también».
La Peluquería Records encarna otro modelo de resistencia colectiva. Como explica La Peluquera, la decisión de trabajar desde la lógica colabotiva surge de principios feministas: «fue una dinámica que yo entendí y aprendí en el movimiento feminista sobre el poder que te da la reflexión colectiva para sobrellevar las dificultades del sistema». Este enfoque permitió «hacer fuerzas, unir fuerzas, unir talentos, donde cada persona, de alguna manera, contribuía con lo que sabía para el sello».
Dyuzz valora especialmente el trabajo en comunidad: «yo creo que es fundamental, abrirnos a artistas que quizás están emergiendo recién». Ella y otros colaboradores han replicado experiencias de jornadas de creación musical que reúnen a artistas de diferentes regiones, «uniendo artistas de Temuco con artistas de Santiago”.
La visibilización es entendida como política de cambio. Junne Fuentes subraya: «Creo que la visibilización tiene un rol muy importante. Creo que visibilizar que hay gente haciendo esto puede marcar la diferencia para futuras generaciones, sobretodo, para gente que se está adentrando, que tiene miedos, que tiene inseguridades».
Un aspecto crucial es la mentoría y el conocimiento compartido. La Peluquera, quien ha recibido inspiración de productoras como Victoria Cordero, ahora invita a otras productoras emergentes a participar en su sello. «Hago talleres de producción musical y beatmaking» y esto ha generado múltiples efectos positivos: «hay varias chicas produciendo y digo, ‘oye, yo le hice clase y es bacán’ porque funcionó, las motivé y ahora estamos uniéndonos varias en AMP».

Las Funciones Específicas: Desde la Preproducción hasta la Estrategia
Aunque las funciones de las productoras son variadas, es importante documentar cómo las productoras chilenas entrevistadas describen su práctica concreta.
En la fase de preproducción, el acercamiento inicial es clave. La Peluquera lo describe así: «Generalmente en el camino voy haciéndole preguntas sobre el tema al artista, cosa de que podamos hacer una delimitada respecto a de qué se va a tratar y cómo va a sonar. Saco mi libretita y anoto de qué se trata el tema, de qué quieres hablar, ¿Cuáles son tus referentes? ¿Qué has estado escuchando últimamente?»
Dyuzz destaca la importancia de conocer al artista: «El primer acercamiento que yo busco con el artista es primero conocerle un poco, saber qué es lo que le gusta, cuáles son sus referencias, cómo le gusta sonar».
En la producción instrumental, cada productora desarrolla su propio enfoque. Flowyn mezcla lo visceral con lo técnico: «cuando yo trabajo para mí misma como productora, a veces empiezo por la melodía, por la voz, después me pongo a componer en el Ableton, y voy creando, y a veces me demoro un día, a veces me demoro dos meses». Con otros artistas, es «un proceso súper humano igual, llegan esas personas aquí, yo les pregunto qué es lo que quieren, qué es lo que no quieren».
La escucha activa aparece como una cualidad distintiva de las productoras. La Peluquera sugiere que «culturalmente las mujeres y disidencias igual de alguna manera tienen más facilidades para escuchar y eso es muy importante al momento de producir una canción». Esto se traduce en que «durante toda mi carrera he recibido un comentario que se va repitiendo de parte de los artistas, como que ‘wow, nunca me había sentido tan escuchada en el proceso’».
La dirección de intérpretes es un elemento creativo en sí mismo. Junne Fuentes enfatiza el cuidado de las emociones: «hay una hermosura como en el sonido único de cada banda y en lo que tratan de transmitir. Y para mí ese es uno de los mayores focos de trabajo, que las canciones transmitan lo que están buscando junto con sus letras, junto con sus intenciones y cómo llegar a ello».

Camino hacia el Merecido Reconocimiento
Ahondando en la actualidad de las productoras musicales, es posible evidenciar que quienes fueron entrevistadas para este escrito y a pesar de las dificultades han podido establecerse con sus propios espacios, en una profesión caracterizada por la multidisciplinariedad, la creatividad, la sensibilidad y la capacidad de liderazgo. Son técnicas, sí, pero también artistas, pedagogas, mediadoras y estrategas culturales.
Los desafíos que enfrentan son parte de una industria musical que avanza hacia la diversidad de forma constante pero lenta. Sin embargo, la respuesta a pesar de la dificultad no ha sido pasiva. A punta de trabajo y consciencia colectiva han comenzado a tejer redes que apoyan su crecimiento y apuntan a ir logrando el necesario reconocimiento.
Como afirma La Peluquera: «siento que mientras más seamos, más oportunidades van a empezar a llegar”. Esa lógica colaborativa, donde la fortaleza reside en lo colectivo y no en la competencia individual, representa una alternativa radical a la lógica tradicional de la industria musical, la que debe comenzar a mirar hacia la creatividad y aporte de la producción musical en general y la de las mujeres en particular, no solo por el aporte profesional, sino porque además hacen de la industria un lugar más amable para quienes son creadores.
El futuro de la música chilena está siendo construido en los espacios colaborativos donde las productoras trabajan sin esperar el permiso que la industria histórica nunca les ha dado. Es hora de que esa industria las vea, las reconozca y las apoye.
Notas y Referencias
Entrevista con Junne Fuentes, productora musical y sonidista, Santiago, 2025.
Entrevista con Henak, artista de música urbana y productora musical, Santiago, 2025.
Entrevista con Flowyn, cantante, compositora y productora musical, Santiago, 2025.
Entrevista con Dyuzz, guitarrista y productora musical, Santiago, 2025.
Entrevista con Alley, cantautora, productora musical y docente, Santiago, 2025.
Entrevista con La Peluquera (Francisca Herrera Neira), productora musical y fundadora de La Peluquería Records, Santiago, 2025.
«Qué hace un productor musical y qué estudiar para serlo», Tai Arts, octubre 2025.
«El monopolio de la técnica: inequidades de género y agencia feminista en las labores de apoyo», Resonancias, vol. 25, n° 48, 2021.
«Mujeres destacadas de la Industria Musical de la Región Metropolitana», Aldea Local, noviembre 2012.
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