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Memoria

Cantierra, el arte como liberación

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Fuente: Revista la Bicicleta N-º 11, Abril-Mayo 1981, pág. 68-70.

Con el artí­culo «Cantierra, el arte como liberación» iniciamos una nueva sección en nuestra Aldea: Archivo Local. La idea de esta sección es ir reconstruyendo la historia de nuestra música a través del rescate de entrevistas a que han ido quedando dispersas en periódicos y revistas antiguas. A sugerencia de Rafael Araya, quien nos escribió desde Argentina, hemos rescatado una entrevista al grupo Cantierra publicada en la edición N-º 11 de la revista La Bicicleta de Abril-Mayo 1981.

Rafael nos escribió: «me permito sugerirles que agreguen al Grupo Cantierra -el cual integré a fines de los 70 y principios de los 80- y que fue uno de quienes formaron parte del movimiento del Canto Nuevo de Chile. El grupo participó en cuanto festival solidario se hizo en el paí­s, en La Gran Noche del Folklore del sello Alerce que se hací­a en el Caupolicán, en los Encuentros de Juventud y Canto en la Parroquia Universitaria y grabamos con Alerce en dos oportunidades. Los integrantes: Daniel Ramí­rez (el Yaka), Bertita Vega, Pablo Astaburuaga (que habí­a sido el guitarrista de Julio Zegers), Juan Carlos Pérez (sigue cantando), Magdalena Rosas (cello) y yo, Rafael Araya. Un saludo afectuoso, Rafael».

Cantierra, el arte como liberación

Cantierra, el arte como liberación

De entre los grupos del Canto Nuevo, Cantierra ha sido uno de los más discutidos. Sus atrevidas recreaciones de temas de Violeta Parra han sido blanco de duras crí­ticas o grandes alabanzas. Por ejemplo, en la versión de El Guillatún -la canción de Violeta sobre el rito mapuche-, Cantierra retiene y destaca su primitivo ritmo, insertándolo en un contexto armónico propio de la música moderna. El clima de tensión que provoca este arreglo da al tema un carácter mucho más agresivo y actual.

Esta actitud de permanente renovación tiene su explicación; para ellos «el arte es una función dinámica de la cultura, donde tradición e innovación no son más que dos polos de un movimiento único».

Sin embargo, este afán de experimentar fuera de la sala de ensayos tiene sus consecuencias, y es lo que crea la polémica; divide a los opinantes entre los que consideran a Cantierra un grupo teórico y elitista, y quienes alegan que, a diferencia de otros, no busca el éxito fácil, sino que trabaja a futuro.

Un canto con raí­ces en la realidad

Cantierra tiene seis integrantes, todos ellos con estudios sistemáticos de música. Son Daniel Ramí­rez, Juan Carlos Pérez, Berta Vega, Rafael Araya, Magdalena Rosas y Pablo Astaburuaga. Se fueron conociendo y acercando de a poco: Pablo y Berta tení­an un dúo, Juan Carlos y Daniel tocaban en la peña Canto Nuevo, organizada por la Vicarí­a Sur. Al comienzo formaron un taller de experimentación y reflexión musical, allí­ fueron dándose las interacciones y las afinidades, hasta que al fin, en 1976, el grupo debutó oficialmente en un encuentro solidario que se realizó en el Teatro Caupolicán.

Para ellos, la tierra simboliza la realidad donde el canto debe hundir sus raí­ces, llevándolos más allá del folklore. Cantierra es, entonces, el canto que nace de la tierra y que está destinado a transformarla y a transformarse con ella.

Daniel, director musical del conjunto, dice: «Esto implica no encasillar el lenguaje en ningún tipo de convencionalismos y tradicionalismos, ir conquistando siempre lenguajes y formas nuevas».

Por esto, no desdeñan la posibilidad de incorporar a su búsqueda elementos de la música actual que, para Daniel, «se caracteriza por su apertura y su multidimensionalidad». Afirma: «Esto se ve en las investigaciones armónicas, la disonancia, la politonalidad del serialismo; en las investigaciones polirí­tmicas y microrí­tmicas. Todas ‘estas conquistas técnicas amplí­an el marco de la expresión que permite dar cuenta del mundo actual. Nosotros estamos abiertos a recoger todas las tendencias o in-¬fluencias, salvo aquellas que impliquen enajenación».

Cantierra, el arte como liberación

Musical comercial: extranjera en todo el mundo

-Pero, -¿existe alguna expresión que por sí­ misma sea enajenante?

Daniel: -No, pero ciertos movimientos culturales lo son, por ejemplo, el Punk Rock y la Onda Disco, aunque esto no significa que toda la música rock y sus efectos técnicos sean alienantes por sí­ mismos.

Juan Carlos: – … Y si uno usa esos efectos técnicos en otra perspectiva, pueden ser elementos liberadores.

-Entonces, -¿cualquier elemento musical ex-¬traí­do de su contexto puede ser utilizado con otras intenciones?

Daniel: Más bien resituado en un contexto de creación auténtica, de no imitación, de renovación y avance. Usados con propiedad y no prestados de otra cultura. La verdadera creación implica una revisión de lo que se es, implica reconocer la tradición. Cuando alguien abandona su identidad y deja que otro fenómeno que viene de afuera lo suplante, se niega a ser.

Aclarando posiciones, rechazan enfáticamente las canciones hechas en serie por la industria cultural, aquellas que «no vienen de ninguna parte y cuyo único destino es el mercado». Esa música, sintetizan, «es extranjera en todo el mundo». Sólo les parece válida aquella música que «nacida en cualquier paí­s tiene raí­ces en su realidad».

Por otra parte les parece positiva la incorporación de elementos tomados de la música extranjera porque «es sí­ntoma de la universalidad de la cultura, producto de los medios dé comunicación de masas; negar estas influencias es caer en un regionalismo estrecho».

No queremos hacer música bonita

–¿Para ustedes el compositor debe ser espontáneo o plantearse ciertos objetivos?

Daniel: -Uno, tiene que ser lo suficientemente metódico y sistemático y tener tantas ideas preconcebidas y objetivos claros como para llegar a ser espontáneo sin perder el compromiso con la vida. De lo contrario, se puede caer en la expresión limitada de cosas puramente personales sin perspectiva de universalización.

Juan Carlos: -A veces la gente nos dice que las canciones tienen que ser esperanzadas, pero nosotros pensamos que la mejor solidaridad humana es la comunicación sincera, sin mentir sobre nuestra realidad. Si nosotros sentimos dolor -y en eso somos quizás expresionistas, buscamos un acorde que duela, que sea duro, que tenga aristas. No queremos hacer música bonita, que halague el oí­do.

–¿Cuáles son cosas que te duelen?

Juan Carlos: -Quiero combatir esa muerte que no se nota, que se encuentra en la no-conciencia del hombre que se niega a sí­ mismo, que vive, por ejemplo, detrás de comprar cosas, no por ellas mismas, sino por el status social que proporcionan, el hombre cuya meta es ascender de pega y socialmente; ese hombre está muerto en vida. Eso es la alienación.

Cantierra, el arte como liberación

La función lideradora del arte

–¿Qué función puede cumplir el arte con respecto a esa alienación?

Daniel: -La función del arte hay que verla en relación a una concepción del hombre que reconozca que el hombre es un ser transformador de la naturaleza y de sí­ mismo, de la sociedad y de la historia.

«En esta actividad transformadora y creadora el hombre se juega su libertad.»

«Esta concepción debe reconocer que la historia es producida en gran parte por la actividad esencial del hombre que es el trabajo -actividad transformadora por excelencia, pues es consciente-, y que esta actividad, siendo en principio la más realizadora de la libertad humana, se ha convertido en alienante debido a la explotación del trabajo. Debe entender, asimismo, que el arte es un trabajo, es decir, transformación de los ámbitos de la conciencia colectiva y social, del lenguaje y de la cultura (la cultura en tanto que universo de signos que permiten al hombre comunicarse con sí­ mismo, con el mundo y reconocerse habitándola).»

«Así­ el arte abre posibilidades de reconquistar la realidad, la autenticidad del hombre, haciendo ver cosas que no se percibí­an debido precisamente a la alienación de la ideologí­a y del lenguaje. Allí­ se ejerce la acción libertadora del arte, liberando el lenguaje y el ámbito de la comunicación. Esta es tarea principalmente del arte, puesto que éste se expresa no sólo por medio del pensamiento racional, ni tampoco por ví­a de la mera comunicación afectiva emocional. Se comprometen en el arte todos los fenómenos de la conciencia y de la vida humana».

Fuente: Revista la Bicicleta N-º 11, Abril-Mayo 1981, Especial «El Nuevo Canto Chileno, en la senda de Violeta», pág. 68, 69 y 70.

Productor en Nueva Santiago. Docente en Instituto Profesional ARCOS. Investigador musical en series de tv "Cassette, Historia de la música chilena" y "Chile en llamas". Gestor de proyectos musicales.

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1 Comment

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  1. Rafael Araya

    22 enero, 2022 at 5:38 pm

    Muchas gracias por acoger la sugerencia. Se los agradezco mucho, un gran abrazo
    Rafael Araya
    Buenos Aires

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