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Spotify Wrapped 2020 y los números por artista: ¿compartir o analizar?

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Reunir datos siempre ha sido una manera de tomar decisiones. Ya sea en un censo, ya sea en una empresa, conocer el impacto de una medida o un producto permite definir estrategias. Pero con la llegada de las tecnologías, la big data ha tomado ribetes de obsesión para todas las industrias. Así, por ejemplo, unx va a la consulta médica, donde ya no existen secretarias pues todo está automatizado y llegas a tu casa para encontrar un correo electrónico con una encuesta que te pregunta cómo fue tu experiencia. Vas al super, compras un curso, pagas una cuenta y te llega otra y otra y otra. Siempre he pensado que sería mejor invertir ese esfuerzo y dinero en mejorar el servicio al cliente o las condiciones laborales, pero el conocer dónde vamos a invertir nuestro siguiente peso se ha transformado en lo más importante para una empresa. El problema en realidad no es reunir información sino qué hacer con ella. Por eso el ejemplo: respondemos frente a la consulta, pero ¿vemos que las cosas mejoran?.

El mundo se ha dividido entre el mundo real tangible y el mundo virtual, donde muchas veces lo que ocurre en uno se refleja de manera distorsionada en el otro, a punta de esfuerzos publicitarios, de empresas y de nosotrxs mismxs. En el documental de Netflix llamado The Social Dilemma se plantea cómo la más grande herramienta jamás creada por el hombre, la internet, se ha llenado de redes sociales que han logrado hackear las debilidades humanas para mantenernos conectados y así generar comportamientos que a la larga producen dinero para ellos y sus asociados, sin considerar el daño que estos comportamientos generan (polarización social, narcisismo, baja autoestima, bullying, etc. etc.). Lo mismo se podría decir en todo caso de la televisión, espacio que nace con un énfasis educacional, pero que con los años comenzó a ser mercantilizado y utilizado como espacio de publicidad y propaganda y de distracción de los grandes temas (el cuidado de la democracia, la explicación de medidas sociales, el generar modelos a seguir donde la ética sea la norma y no validar la corrupción, entre tantas otras cosas que unx podría mencionar).

En el nuevo mundo de la música, Spotify se ha transformado en pocos años en la distribuidora de contenidos digitales más reconocida a nivel global. Su negocio está en que se le entreguen licencias de grabaciones y ponerlas a disposición de usuarios a través de una interfaz que sea amable, simple, intuitiva y que además permita ir conociendo otro contenido a quienes disfrutan de escuchar música. No muy distinto a lo que pasaba con la radio, con la diferencia que acá somos nosotros quienes damos ciertos datos de entrada (al buscar la música que SÍ queremos escuchar) para que algoritmos cada vez más sofisticados luego nos sugieran contenidos que podrían gustarnos. Spotify no tiene nada de malo, todo lo contrario, como no tiene nada de malo la televisión, la radio u otros espacios de difusión. Y los artistas necesitan herramientas para poder crecer, difundir su trabajo y generar de su creación una ganancia justa. Sin embargo, no todo lo que está en el mundo virtual es real y es importante contar con la información que nos permita poder discriminar entre los espejismos y el humo, para poder tomar mejores decisiones. Generar datos y usarlos, para crecer. Esa es la idea.

Spotify Wrapped 2020 es definitivamente una de las campañas publicitarias más simples, inteligentes y efectivas que hayamos visto en la música con la big data. La compañía se preocupó de generar una «foto» del 2020 (ya lo había hecho antes, igual) con los datos que las reproducciones de los artistas generaron en el año para que, como fin último, estos finalmente la compartan en redes sociales con el logo de la plataforma. Existen muchos servicios de streaming, pero definitivamente Spotify es el que marca tendencia en este aspecto publicitario. Aplauso para ellos, muy bien pensado. Por otro lado, esta campaña acerca a la plataforma a los artistas, en momentos en que a nivel internacional (específicamente en Inglaterra) se cuestionan las distribuciones de los ingresos por streaming, un tema en desarrollo y que de prosperar será un cambio relevante para la industria a nivel mundial.

Ahora, herramientas son herramientas y quien tiene capacidad reflexiva decide cómo usarlas. Es por eso que los invitamos, antes de compartir, a revisar los datos que se les entregan, para entender cuánto de realidad existe en ellos y no dejarse llevar por el cariño al ego que genera esta información.

La opción de revisar tu Spotify Wrapped 2020 está en Spotify for artists, que con una interfaz muy atractiva te invita a conocer lo que fue tu año. Usando el logo y foto de tu propio perfil y escenas del globo terráqueo, da una sensación de «mundialidad» que cualquier artista querría. Toma la canción que más reproducciones tiene, muestra en qué países se escuchó, la cantidad de tiempo que se escuchó la música, en cuántas playlists se le consideró y cuántas personas la escucharon simultáneamente, entre otros datos. Toda esta información es útil para un grupo, pues permite ir trazando hojas de ruta sobre los siguientes pasos a seguir, lo peligroso es tomarla tal cual y compartirla, para luego seguir haciendo las cosas como las hacemos, sin reflexionar sobre los logros reales y dejarse llevar por una campaña publicitaria en la cual algunos datos se presentan con porcentajes, que hacen que unx se sienta conforme sin abrirlos a una mayor revisión.

No es lo mismo tener 5 seguidores y en un año aumentar a 10, que tener 10.000 y aumentar a 20.000. Sin embargo, si lo pongo en porcentajes, en ambos casos el aumento fue del 100%. Por eso es que volvemos a invitarlos a no quedarse con la presentación, sino que revisar de manera constante durante el año los números que en detalle presenta la aplicación Spotify for artists en las tendencias de audiencia. Y más allá, revisar también las tendencias que la interfaz de su agregadora genera, para poner tener números concretos, más que porcentajes, de todas las plataformas a las que unx tenga acceso.

Por otro lado, el decir que me escuchan en 18, 26 o 55 países suena muy hermoso, pero es necesario abrir ese dato para concretamente entender si las escuchas son intencionales. Y esto lo menciono por hace poco conocí a un manager de otro país latinoamericano en una feria de música, quien estaba sorprendido que su artista sin realizar promoción en nuestro país era escuchado en tercer lugar en Chile. No quise decirle que su artista tenía coincidencia de apellido con otro músico que sí es muy conocido, apellido por lo demás no común. ¿Hasta dónde entonces el interés por escucharlo en un territorio ha sido real o es simplemente un error de googleo? Por otro lado, la escucha en un país puede ser de una sola canción, en una playlist, que tiene cierto número de seguidores en ese país en particular. ¿El interés es en la playlist o en mi trabajo directamente? Esas evaluaciones solo pueden hacerse al interior de un equipo de trabajo, que revise con altura de mira la información dada.

Y respecto a las playlists: no es lo mismo que me compartan en playlists intencionadas (del género, de mis seguidores) que aquellas que Spotify genera a través de sus algoritmos, por lo que asumir que mi estrategia digital es un éxito, porque este resumen indica que fui incorporadx a 300 playlists, pero si la más escuchada de éstas es el Daily Mix, también invita a reflexionar sobre ese punto.

Como dije, la campaña publicitaria de Spotify es impecable. De verdad creo que son unos genios. Frases como «tu música era justo lo que tus oyentes necesitaban» es exactamente lo que muchos artistas y cualquiera de nosotrxs queremos oir (como decir que este artículo era «exactamente» lo que ustedes necesitaban leer, jaja). Invitar a compartir los números es hermoso, nos hace sentir parte de algo más grande y está bien que también demos valor a nuestros esfuerzos, porque dedicarse a la música es una actividad muchas veces incomprendida y en algunos aspectos a veces ingrata. Sin embargo, no nos perdamos, no persigamos el espejismo. Crezcamos, de manera sana, desde la verdadera colaboración, desde la sinceridad con nosotros mismos, desde el hacer música porque importa y no desde esa competencia por estar en una playlist, que además es efímera. Porque lo que escuchaste en las novedades de esta semana ¿realmente se fue a tu biblioteca de canciones favoritas? Establezcamos equipos de trabajo que nos permitan abrir estos números, entenderlos y trabajar para crecer, individual y colectivamente. Ahora, si quiere simplemente hacerle click a compartir su imagen con números y logo Spotify y así impresionar a sus amistades con que lo escuchan en 15 países, bueno, la verdad es que es cosa suya, pero pierde la oportunidad de abandonar la zona de comfort y fijar planes (y de paso hace publicidad gratis mientras sus colegas ingleses están intentando levantar conciencia de los tratos justos para todos los músicos).

Use las herramientas. Use su información. Crezca, más allá del post y la red social. ¿Compartir o analizar? Ambos, pero siempre como parte de un plan y no de un «dejarse llevar» por la corriente.

Melómana de nacimiento, obsesiva de formación, actualmente paso mis días entre la música que me haga sentido, las bandas que manejo y a los hijxs que crío, a Nueva Santiago y a Aldea Local. Traductora, periodista, manager, productora, booker, distribuidora de discos, mami, pareja y colega, con dos gatas adoptadas. Leo y veo series. En Pandemia también tejo, coso, hago crochet, collages y rompecabezas. - Siempre el mejor proyecto es el que está por venir -

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